Los sectores políticos ligados
al Gobierno justifican a menudo sus acciones durante la Pandemia en base a
comparaciones con otros países. En una Primera etapa se comparaban los países
capitalistas versus los llamados progresistas. Con China, Cuba y Venezuela como
ejemplos y nunca mencionando a México, se cuestionaba a los países del primer
mundo enrostrándoles defender la economía más que la salud de sus habitantes.
Claro que cuando aparecían países tan capitalistas como Reino Unido, EE UU o
Italia pero con resultados muy diferentes como Australia ( 7320 casos, 102
muertos) y Corea del Sur (12085 Casos, 277 Muertos) respondían que ese número
de casos eran mayores a los de Argentina, sin pensar que naturalmente el paso
del tiempo iba a hacer, aun con cuarentena extendida, que nuestros casos y
muertes ( 20197 y 608 al momento de escribir estas líneas) iban a crecer no
solo superando a esos países sino que además haciéndolo sin llegar aun al pico.
Entonces llegó el momento de
otras comparaciones: ¡No queremos ser Suecia o Brasil! decían, pero cuando alguien alertó el caso
Paraguay (1289 casos y 11 muertos) o el de Uruguay (847 casos y 23 muertos) apelaron
a la comparación con Formosa y con Santa Fe. Otra vez, dicho en jerga popular,
escupían para arriba ya que en ambos casos (Paraguay y Uruguay) las curvas eran
descendientes mientras que la nuestra creció en pocos días para llegar a los 14
por millón al día de la fecha y nada indica que se mantenga en ese número.
Hoy, nuestro país está en el número
35 en casos positivos en el mundo y 35 en número de muertos por encima y por debajo de
países de todo signo ideológico , de toda localización continental y de todo
número de habitantes en el trágico ranking de la Universidad Hopkins.
Mas que comparar países, el
Gobierno debería comparar procesos; debería explicarnos por qué mientras
rápidamente Uruguay destinó recursos para testear a más de 10 habitantes por
millar cuando su número de casos era ínfimo, acá solo se media la temperatura y
solo se realizaban test a quienes manifestaban síntomas (Sabiendo que por cada
uno de ellos había entre 4 y 5 asintomáticos).
Debería analizar los anillos
sanitarios estrictos realizados por China, Corea y Japón donde se testeaba
masivamente y se aislaba a los enfermos en vez de imponer a toda la república
un aislamiento similar al AMBA cuando las realidades infectivas eran menores y
diferentes a dichas zonas.
Debería pensar de manera más
federal y entender que esta pandemia no se combate cerrando algunas actividades
y abriendo otras sino anillando algunos territorios y liberando otros. Debería entender
que esta es una guerra contra un enemigo invisible pero concentrado en
determinadas zonas y que lo primero en una guerra es saber dónde está el
enemigo y en particular quien lo traslada.
Deberían saber que el
Certificado de Circulación (una de las cosas que se controla en los retenes) no
da inmunidad viral y que la temperatura (algo que también se controla) no
significa que quienes no tengan fiebre no puedan contagiar.
El gobierno y sus seguidores deberían
preocuparse y ocuparse no solamente de aplanar la curva sanitaria (cosa que ya
han logrado) sino además de aplanar las curvas de la inflación, del desempleo,
la pobreza y del deterioro económico que, como las experiencias indican,
producen más muertos por millón de habitantes que los que tendremos por
coronavirus. Y en cuanto a comparaciones odiosas, deberíamos compararnos con
nosotros mismos al comienzo y al final de este proceso porque, como ya se sabe,
mal de muchos es consuelo de tontos.
Humberto Benedetto.
Parlamentario del Mercosur